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LA LEY DEL REVOLVER...


DOMNGO DE LUTO

Un asesinato policial

MONTEVIDEO, 21 Set (UYPRESS/Florencio Luzardo) -El pasado domingo fue un día de luto. Para una familia de Maldonado que perdió a su hijo de 23 años, mecánico y fanático de las picadas, para todos sus amigos, para la sociedad uruguaya en su conjunto y debería serlo para la policía nacional.



El asesinato de cuatro balazos por la espalda, es eso, un asesinato, agravado por haber “plantado” un arma en el auto de la víctima y por las mentiras que la policía le transmitió a la familia de Michel Mariño, el muchacho muerto.
Aquí podríamos terminar la nota. Pero sería una cobardía y una irresponsabilidad. ¿Fue sólo un asesinato de un uniformado con tendencias criminales? Podría ser, el uniforme no es una garantía contra los males y los peores instintos. Pero las preguntas no pueden detenerse allí. ¿Cómo actuaron los otros tres policías que acompañaban al homicida? ¿Cómo actuó el comisario de esa repartición de Piriapolis? ¿Es un hecho aislado o hay antecedentes en esa misma repartición?
El Ministerio del Interior en una conferencia de prensa del subsecretario (¿por qué no estaba el ministro ante un hecho de esta gravedad?) reconoció el asesinato e inició una investigación interna en la comisaría de Piríapolis.
En algunas “filtraciones” de prensa posteriores al asesinato se hizo circular la información de que el muerto además de hacer picadas prohibidas en la rambla de los Argentinos en la ciudad balnearia, se le habían retirado la libreta de conducir en un incidente en el departamento de Treinta y Tres. Es parte de la misma práctica de desinformación y deformación. El asesinato no tiene ninguna, absolutamente ninguna justificación, ni en las leyes ni en la moral uruguaya. Es sólo un asesinato realizado con un arma de reglamento de la policía, otorgada para proteger a los ciudadanos y amparado en un uniforme que debería representar exactamente lo opuesto a lo que sucedió.
Si los jueces, si las autoridades ministeriales y policiales no asumen el mayor rigor frente a este hecho, tanto con el policía directamente relacionado, como con los que fueron cómplices de diversas maneras y en diverso grado, la señal que se transmite a la sociedad sería pésima.
En el Uruguay no puede haber espacio para el “gatillo fácil”, en ningún gobierno, de color alguno.
Cuando se abren pequeñas brechas, perforaciones en la muralla que debe proteger los valores de la vida humana, del respeto, de las leyes y de los derechos humanos básicos por parte de todos, civiles y mucho más los que detentan el uso de la fuerza por parte del Estado nos precipitamos en la barbarie. Paso a paso.
De tanto reclamar medidas duras contra la delincuencia corremos el serio riesgo de que algunos malinterpreten el mensaje social y terminemos siendo víctimas dobles, de la inseguridad y de la autoridad mal entendida, que se llama prepotencia o algo mucho peor, como en el caso de Piríapolis.
No hay conexiones mecánicas, no hay razonamientos simples, pero hay enseñanzas dolorosas. La sociedad uruguaya está haciendo un gran esfuerzo, volcando nuevos y crecientes recursos para invertir en la policía y más en general en la seguridad. Deberían también utilizarse en formar mejor al personal, en resaltar los valores democráticos y profesionales y sobre todo en el respeto al ciudadano. Se puede ser firmes y eficientes y no pasarse de la raya, no avasallar derechos y libertades.
Habrá que seguir de cerca y con mucha atención este proceso. Es una dura prueba para todos, pero en primer lugar para las autoridades.

Florencio Luzardo

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